Se acerca a paso veloz un año más las fiestas navideñas. Ya el año pasado estuvimos viendo cómo casi una cuarta parte de nuestro presupuesto ambiental nos lo gastamos en navidades, entre viajes, comidas que se salen de lo habitual, regalos y gastos extraordinarios y consumo en general mayor al de otras fechas.
Sin embargo, apenas hablamos de las decoraciones navideñas que nos hacen recordar que estamos en esas fechas y nos incitan a hacer todo lo extraordinario que esté en nuestra mano. Recuerdo que para mis abuelos lo extraordinario de la navidad era pasarse tardes y tardes en familia, comiendo castañas o haciendo dulces que luego duraban hasta febrero. Ahora quizás lo extraordinario se compra con dinero a través de regalos… ¿sabéis que, teniendo en cuenta el salario medio en España, trabajamos 15 días al año solo para cubrir los gastos que hacemos en navidad?
Iluminación: ¿cambiamos a LED o reducimos al máximo esta decoración?
Este año ha sido especialmente significativo en lo que a coste de la energía y de la luz se refiere. Si el año pasado ya hacíamos cuentas de lo que podía costar el alumbrado navideño de cualquier ciudad, este año los precios del Kw/h pueden cuadruplicar aquellas cifras. Algunos ayuntamientos lo están solucionando acortando las horas en las que permanece encendido el alumbrado y comprando luces LED, con un consumo aún menor que las bombillas de bajo consumo y mucho menor que las tradicionales.
Sin embargo, ¿son las luces LED la solución más “sostenible”? Ésta es la misma pregunta que a veces nos hacemos en casa, cuando cambiamos toda la iluminación en casa por LED y no sabemos qué hacer con las bombillas antiguas, las tradicionales, las de cristal con filamento que nos han durado años y años.
Alicia Valero nos recuerda en esta charla sobre los límites materiales de la transición ecológica:
- si bien las bombillas LED son más eficientes en cuanto a consumo, los materiales de los cuales están hechas son muy escasos y su extracción tiene una alta huella ecológica.
- La reciclabilidad de estos materiales LED es prácticamente imposible, mientras que la bombilla tradicional, hecha de vidrio y cobre básicamente, tiene una huella material muchísimo menor.
- A esto hay que sumar la obsolescencia programada de las bombillas LED que están fabricadas para que dure un número de horas o un número de encendidos; teniendo que incluso desechar la lámpara completa en la que va incluida la LED.
- Tendemos a dejar encendida más horas las bombillas de menor consumo que las tradicionales (efecto rebote o paradoja de Jevons)
Conclusión:
- En términos estrictamente económicos, las bombillas LED suponen una disminución de consumo a corto plazo, aunque haya que hacer una inversión en la compra de las mismas y en la sustitución en poco tiempo, ya sea por parte de los ayuntamientos, como en la decoración de colegios y en nuestras casas. Además, las luces navideñas generan en las ciudades mayores desplazamientos de personas que van a comprar, comer y consumir en los centros urbanos, que es lo que interesa a la economía.
- Sin embargo, cuando miramos más allá y contabilizamos el coste medioambiental de fabricar este tipo de bombillas, así como la baja reciclabilidad de las mismas y el coste ambiental de la extracción de esos materiales tan escasos, las cifras son muy diferentes. Si a ello añadimos que el consumo que solemos hacer en esos comercios cercanos a las luces navideñas no es siempre el más “sostenible” para la próxima generación, el impacto sería mayor.
- ¿Cuál es la solución? intentar reducir el número de luces en todo tipo de decoraciones, y no tanto competir por quién tiene más luces sino por quién ha conseguido tener una decoración con más significado con la menor necesidad de iluminación posible.
La gran pregunta: el árbol. ¿De plástico o de vivero?
Aunque es una costumbre importada, parece que cada vez asociamos más la decoración navideña a la imagen de un abeto que va incrementando el número de regalos envueltos a sus pies. Cada año surge la misma duda: ¿tiene menor impacto comprar un árbol de plástico que durará varios años? ¿o es mejor un abeto natural? Todo tiene sus ventajas e inconvenientes:
Abeto natural
- Normalmente viene de un vivero cercano (la huella de transporte es menor) y ha estado capturando CO2 hasta ese momento
- Lo pueden vender de dos formas: sin raíz (tendríamos que asegurarnos que tras la navidad se gestiona para biomasa) o en maceta / con cepellón (a pesar de los intentos, sobreviven apenas un 10% de abetos y hay que cuidar mucho de ellos)
- Los abetos es una especie especialmente protegida en la península.
Árbol de plástico
- Fabricado normalmente en países asiáticos con material plástico reciclado, por lo que tiene una huella de carbono muy superior al natural. Tenemos que usarlo de 12 a 20 años para “amortizar” esa huella.
Conclusión: Si resulta imprescindible un árbol para decorar nuestra navidad y tenemos ya uno comprado, ¡usémoslo para siempre! Si nos estamos planteando adquirir uno este año, ¿hay otro tipo de planta que podamos decorar con motivos navideños? ¿hay en el patio común algún árbol que siempre está ahí y en el que pudiéramos incluir algún detalle que lo haga el “árbol de nuestra navidad”?
Si no hay otra opción que comprar uno nuevo, quizás merece la pena investigar las posibilidades que ofrecen viveros muy cercanos, que tengan árboles en macetas, asegurándonos que ellos mismos los van a gestionar tras la navidad, ya sea para hacer biomasa como para intentar volver a trasplantarlos un año más!