Desde hace ya bastante, recibo cada año llamadas de empresas, municipios o instituciones que me preguntan qué plataforma les recomiendo para compensar su huella de carbono. A todas ellas les he explicado la herramienta del Ministerio para calcular sus emisiones de carbono, e incluso les he hecho los cálculos sin coste alguno. El objetivo de la mayoría de estas entidades era tener un certificado en el que pudieran mostrar que eran “neutras en carbono”.

Especialmente desde 2018 hay cada vez más opciones de plataformas que reforestan para compensar las emisiones, tanto en proyectos más o menos cercanos como en otros países. Recuerdo cuando en 2006 existía Cero CO2 y poco más! Ahora tengo una lista con más de una treintena de opciones, que hemos analizado, que conocemos y cuyas ventajas y limitaciones están muy bien definidas.

Algunas plataformas intentan usar opciones tecnológicas como blockchain para evitar la doble contabilización, o el seguimiento satelital para hacer un cierto seguimiento del crecimiento de esos nuevos bosques. Algunas dicen trabajar con comunidades locales, mientras que otras se centran en asegurarte un cierto número de árboles tras una mínima contribución.

Tras analizar todas estas plataformas de compensación de emisiones, no era capaz cuando me preguntaban de recomendar con total seguridad ninguna de ellas por varios motivos:

  • Se vende un potencial de captura de emisiones de esos árboles en unos años, pero es complicado asegurar, viendo además los escenarios climáticos que se avecinan, que esa captura sea real.
  • El coste de esa compensación se basa en cuánto cuesta plantar esos árboles y en los costes de transacción de la plataforma, pero el precio no incluye cuánto cuesta cuidarlos, restaurar bien su entorno y compensar a la comunidad en la que están para asegurar que no sean talados en unos años.
  • La selección de las especies que se plantan se realiza en función de costes y potencial de captura de emisiones, pero no en función de lo que necesita ese ecosistema, y de otras variables como la recuperación de fuentes de agua o la pérdida de biodiversidad. Por ejemplo, el eucalipto captura mucho CO2 pero degrada el suelo como pocas especies, perdiéndose así biodiversidad. La solución para la degradación de un cierto ecosistema no es siempre la de incrementar su masa forestal, sino que la restauración puede incluir otras variables y soluciones, entre las que puede incluirse la agricultura regenerativa o la agroforestería, que aumentan la capacidad de almacenamiento de CO2 en el suelo y mejoran la biodiversidad.
  • Todo se centra en el número de árboles a plantar, no en las condiciones en las que esta plantación se hace (casi siempre además mecánica), con consecuencias como las que hemos visto este verano en el incendio de Ateca.

A todo ello hay que sumar el dilema de base: la metodología para ese cálculo, que normalmente tiene en cuenta las fuentes mencionadas en los “alcances 1 y 2”, dejando sin contabilizar un enorme porcentaje de emisiones, algunas presentes en el alcance 3 y otras que incluso van más allá, como las que provienen de la alimentación y que suponen al menos el 20% de lo que emiten la mayoría de las entidades y hogares.

Esto nos impulsó a crear una metodología desde Wakaya que fuera propia, mucho más real, y ajustada a lo que necesitamos para cubrir las externalidades que se provocan. Pero cuando el objetivo es tener un certificado de cálculo y compensación, para las entidades la metodología más sencilla y la compensación con menores costes es la que finalmente se elige, sin necesidad de que sea la más rigurosa.

Necesitamos Regenerar

Las organizaciones que compensan sus emisiones creen que de esa forma son “neutrales” en CO2, cuando en realidad la compensación debe entenderse como un gesto, como algo adicional al esfuerzo de reducción y de rediseño de toda su cadena de valor.

Hace más de una década que se demostraron las limitaciones del Mecanismo de Desarrollo Limpio (MDL) con el cual algunos países compensaban su exceso de emisiones a través de proyectos de energías renovables en otros.

El déficit que hemos acumulado en cuanto a exceso de emisiones con la Tierra a lo largo de las últimas cuatro décadas hace que tengamos que pensar en regenerar, es decir, compensar por la huella ya provocada y no solo ser neutrales ahora sino incluso “positivos” para la naturaleza. Ya sabéis que nos gusta usar esta gráfica para ilustrar tanto el déficit acumulado como la necesidad de pensar en “Desarrollo Regenerativo” que va un paso más allá del “Desarrollo Sostenible”.

Wakaya: nuevo modelo de compensación

Por todos estos motivos, Wakaya nació en febrero de 2020 (¡justo antes de los peores momentos de la pandemia!) con la idea de plantear un nuevo modelo de compensación de emisiones en el cual:

  • Se contabilizaran las emisiones de todos los sectores de esa entidad o persona, incluyendo la alimentación
  • Se incorporara la posibilidad de compensar a través de proyectos integrales de restauración del paisaje, incluyendo agricultura regenerativa y agroforestería
  • Se tuviera en cuenta el trabajo con las comunidades que están realizando esa captura de emisiones, y que estos proyectos sirvieran como aliciente para fijar población rural en zonas con riesgo de despoblación, desde la España rural a comunidades centroamericanas.
  • Se incorporaran predicciones climáticas, de forma que para asegurar esa compensación, por cada tonelada emitida, tendríamos que compensar con al menos 2 toneladas.
  • Se incluyera la necesaria regeneración por la deuda acumulada en cuanto a emisiones, lo que al menos supondría sumar una tonelada más a aquella que se quisiera compensar.
  • Se tuvieran en cuenta factores como la recuperación de biodiversidad o la recuperación de fuentes de agua, tanto o más necesarias que la captura de emisiones

Todo ello nos hizo hablar con departamentos de edafología y con universidades, así como visitar posibles proyectos que podríamos llegar a apoyar en toda España y Centroamérica. Calculando costes de esa compensación real a través de proyectos de regeneración de ecosistemas, las cifras no bajaban de los 70€ por tonelada de CO2, frente a los 10€ de media que cuesta cualquier compensación normal.

Además de los elevados costes de la compensación real, comenzamos a observar cómo las entidades hacían hincapié en la certificación que les colocaba como neutrales y no tanto en las medidas de reducción de emisiones y de reducción de la huella ambiental.

Reducción de huella y sistemas alimentarios

Eso nos hizo dar un giro con Wakaya en 2022 centrándonos en una parte de la historia que muy pocas organizaciones tocaban: las emisiones que provienen de la alimentación y el potencial de captura de este sector, que además puede tener fuertes retornos sociales en términos de salud, empleo y equidad.

¡Así que aquí estamos! Con toda la fuerza y experiencia al servicio del sector de la hostelería y de todas aquellas empresas que quieren que sus empleados disfruten de una alimentación más saludable también para el planeta.

Además, justo llegamos en el momento más idóneo posible, cuando todas las entidades, especialmente el sector de la hostería, necesita mucha innovación para hacer frente a la subida de precios por la escasez de alimentos al menos hasta 2023. Transformar los sistemas alimentarios para que sean más resilientes ante el cambio climático y para que puedan ser almacenes netos de carbono será algo urgente en lo que Wakaya tiene mucho que decir. ¿Te sumas?